A 100
años del nacimiento de Serafín J. García
No pudo
haber oportunidad mas propicia para poner este sitio en la web (hasta puede
llegarse a creer que me lo hubiera propuesto).
Mis recuerdos de la
infancia tienen prendidas como abrojo las lecturas de Juan el Zorro, y de Los
Partes de Don Menchaca.
Pero particularmente
recuerdo los versos crudos de “Tacuruses”, esa declaración de principios que
es cada estrofa y que reflejan una forma de sentir la vida, la misma forma con
que se dice y siente en nuestro medio rural.
¿Quien no ha cantado
Orejano alguna vez? ¿saben que mas allá del Plata la grabó el turco Cafrune?
¿Quien no sintió la
bronca y la impotencia del protagonista de Hombrada?
No pudo haber un tiempo
mejor para esta inauguración. El centenario del nacimiento de Serafín J.
García es un buen pretexto para revisitar su obra, detenerse en ella... y
llenarse de orgullo por saberlo nuestro.
Biografía.
Dejo
constancia del desconocimiento del nombre del autor.
El 5 de
junio hicieron 98 años del nacimiento en Cañada Grande
(Treinta y Tres) de Serafín José García (1905-1985), el subcomisario
que llegó a ser reconocido como uno de nuestros mayores poetas
populares.
Serafín José
García Correa nació el 5 de junio de 1905, en Cañada Grande, en Treinta y
Tres, Uruguay.
Hijo de Serafín
García, minuano, y doña Sofía Correa, treintaytresina, integrante de una
familia de viejo arraigo en aquel departamento
Se dice que su
madre lo nombró José porque ella era devota del santo del mismo nombre.
A los cinco años se trasladó junto a su familia a Vergara, pequeño pueblo
de unos tres mil habitantes, donde cursó Enseñanza Primaria, y salvo esta
escasa instrucción, no tuvo otros estudios, iniciando un camino de
autodidacta.
Adolescente aún,
adquiere nociones de música y ejerce por breve lapso el periodismo lugareño.
Lee a Barbusse, Rolland, Andreiev y Gorki, sus escritores preferidos entonces,
y también a muchos clásicos españoles, favorecido por su condición de
bibliotecario del club social
En 1917 empieza
el aprendizaje de tipógrafo. Muy pronto ensaya sus primeros escarceos
literarios escribiendo rimas y narraciones. El inesperado fallecimiento de su
padre hace que el joven Serafín comience a enfrentarse al problema del hombre
y su destino, en cuyos dramáticos avatares halla una buena porción de los
temas que animarán sus páginas..
Fue empleado de
farmacia, aprendiz de tipógrafo, ayudante de rematador público. Poco después
de cumplir los veinte años se radicó en la ciudad de Treinta y Tres, donde
ingresó a la Policía como telefonista y encargado del archivo de la jefatura
olimareña.
En 1934 contrae
matrimonio con Blanca Elma González, mujer inteligente y fina, que lo alentara
siempre.
Por el año 1935,
el modesto policía comenzó a dedicarse a la poesía, y especialmente a la de
corte gauchesco, publicando ese mismo año Tacuruses, un libro que a estas
alturas se ha convertido en todo un clásico del género.
Poco después fue
nombrado subcomisario en la 8ª sección (Santa Clara de Olimar) del
departamento de Treinta y Tres, manteniéndose apartado de los círculos
literarios de la época, fundamentalmente porque opinaba: "Yo soy un escritor
que escribo en función de hombre y no de literato. Por lo que el hombre me
duele dentro y por lo que de él espero y creo, procedo de tal modo. Me expreso
así por un imperativo natural, como otros se expresan abriendo un surco en la
tierra o un rumbo en el océano. Y no podría cambiar, aunque quisiera, pues no
se modifica lo entrañable".
Sus versos han
sido recitados, musicalizados y cantados por varias generaciones de cantores
populares, desde los más humildes a los más encumbrados.
Su libro
Tacuruses, colección de poemas gauchescos que se convirtió en éxito literario,
siendo editado 17 veces, le mereció el "Premio Ministerio de Instrucción
Pública 1936..
Publicó además
obras en verso y prosas, cuentos, fábulas, crónicas, ensayos, estampas, y bajo
el seudónimo de "Simplicio Bobadilla", publica paginas humorísticas en varias
ocasiones. Algunas se encuentran traducidas al inglés, francés, italiano,
portugués y al idish. A lo largo de cuarenta años, triunfa en 8 concursos
literarios nacionales de carácter oficial y en 3 de índole particular.
Su obra PIQUIN Y CHISPITA fue seleccionada
entre las diez mejores de la producción internacional de libros para niños
publicados entre 1967 y 1968, distinción que lo incluyó en el cuadro de honor
del premio Literatura Infantil Universal "Hans Christian
Andersen" en Bologna, Italia, abril 4 de 1970. Entre losde carácter oficial
recibió el Premio Rodó y el de la Trienal de Literatura del Ministerio de
Educación y Cultura de los años 1981-1983. Nominado en el año 1974 para ocupar
un lugar en la Academia
Nacional de Letras, propuesta que aceptó posteriormente en 1983, ocupando el
sillón Dámaso Antonio Larrañaga. Serafín J. García falleció en Montevideo el
29 de abril de 1985, pocos meses antes del cincuentenario de la primera
aparición de "TACURUSES.
Publicó, entre otros títulos, en una larga lista: En carne viva (1937), Tierra
amarga (1938), Burbujas (1940), Barro y sol (1941), Asfalto 1944), Raíz y ala
(1949), Romance de Dionisio Díaz (1949), Las aventuras de Juan el Zorro
(1950), Agua mansa (1952) y Flechillas (1957), títulos a los que se les suma
Los partes de Don Menchaca (1957), relatos bajo el seudónimo de Simplicio
Bobadilla.
Un libro sucio de vida
El mérito mayor de todo poeta, más que el reconocimiento erudito es que su
mensaje llegue a todos los estratos sociales; y la poesía de Serafín J.
García, sin dudas ha calado hondo en esos sectores de la sociedad que
posiblemente no sean asiduos lectores. Prueba de ello son dos anécdotas
relatadas por Juan Carlos Urta Melián en el prólogo
de la edición de Tacuruses realizada por la Biblioteca Artigas en 1985.
"Nuestro poeta, acompañado por un amigo, llega una mañana a Estación Drabble
(José Enrique Rodó) en viaje a Mercedes donde debe dictar una conferencia.
Entra al boliche y encuentra el ambiente muy animado, sobre todo por la
presencia de un grupo de troperos que beben junto al mostrador. De pronto el
acompañante del conferencista observa que de entre las ropas de uno de ellos
asoma un ejemplar de Tacuruses (Nos acota el escritor: "era un libro sucio de
vida, con manchas de yerba y marcas de cigarro"). El, curioso se acerca al
tropero y le pregunta: "¿usted lee ese libro?" Y el interpelado le contesta:
"Mire amigo, yo no sé leer, pero este libro me acompaña desde hace más de diez
años. Lo hago leer por mis compañeros y así lo voy aprendiendo de memoria". Y
como demostración, de inmediato se pone a recitar un poema de ese libro. Al
cabo, el amigo de Don Serafín descarga sobre el recitador el latigazo de la
sorpresa: "¿y usted sabe quién es este hombre? ¡El autor de ese libro!".
Recuerda el poeta que el abrazo fue interminable y que las copas que le
siguieron superaron a las previstas".
La segunda anécdota, no es menos demostrativa: "La acción se sitúa en una
estancia de Tacuarembó, allá por la década del 40. En un alto del trabajo del
día, y como ocurre frecuentemente desde hace algún tiempo, el dueño de la
estancia está rodeado por sus peones que escuchan atentamente la lectura de
algunos poemas de Tacuruses. De pronto, en el momento en que el lector
transcurría por la mitad de "Orejano", la voz tajante de un hombre aindiado y
tosco, de oficio domador, por más datos, interrumpe la lectura: "Yo al autor
de esos versos lo conozco". "No puede conocerlo, le replica el estanciero,
porque el autor de esos versos vive en Treinta y Tres y usted nunca salió de
aquí. El hombre, después de un momento de vacilación, insiste: "pero entonces
él me tiene que conocer a mí, porque si no me conociera no podía haber escrito
eso".